Me dije esto, en este momento, que lo escribo desde el carro en frente del sótano de música. Es un lugar maravilloso, no tenés idea.
Tuve un encuentro con un saxofón hace como 30 minutos, mientras salía de una clase en la que siento cada pequeña célula de mi existencia; cada músculo, cada hueso que se contorsiona como si fuera de celofán. No es ni clase, es arte. Dentro de vos y hacia las paredes, como si fueras un globo lleno de pintura de clores que explota manchándolas; así todas las vísceras rebalándose entre las baldosas, como esparcirse en energía, proyectándola al cielo y al suelo y a todos los ángulos que me rodean; al centro y al sol, dirigida por una violinista que invitamos porque se nos olvidó la grabadora y no teníamos música y tocó para nosotros mientras practicaba para un examen.
Luego se tuvo que ir porque ya entraba a clases y una chica llamó a 3 guitarristas y un percusionista que vinieron a seguir tocando para que bailaramos.
Una serie de movimientos que dibujan una bola de energía que recorre tu cuerpo; eso es.
Provenientes de alguien que conoce de física y anatomía lo suficiente para haber entendido cómo hacer una coreografía de movimientos que fluyen de uno a otro haciendo que la energía que te recorre siga su naturaleza, y los guitarristas lo acompañan; no, lo dirigen. La música y su flujo son en realidad los que nos guían, mientras sentimos bailar juntos.
“Tienen que hacer su nombre en movimientos ok? Tiene que fluir porque lo vamos a juntar a la coreografía, les doy unos minutos” dice el mago.
¿Entendés? Como dibujarlo con el cuerpo con movimientos, como si tu nombre tiene una “O” entonces podés girar para representarla, o la “i” de Avenilla la hice saltando en línea recta con las manos levantadas, y en la “V” caí al suelo con las manos en esa posición “V” y se iban cerrando mientras caía…y esto lo hacíamos en un círculo cada uno entrando al centro y al ritmo de la música 3X8 de guitarras y tambores, y luego nos sumábamos todos a la coreografía para hacer el “coro” de lo que sería el “solo” que eran los nombres de cada uno; todo fluyendo! Las cuerdas de la guitarra, el sudor del compañero, la cabeza que cae con las manos ; la espalda que me jala hacia el piso para hacer girar los pies y levantarme sin esfuerzo.
SIN ESFUERZO. Eso creo que lo define, nada más ARTE y vísceras chorreando por las paredes explotadas desde el centro de mi tronco; pedazos de piel rasgados golpeados por la presión que emanó de mi pecho.
Salí. Sudando como si mi cuerpo no pudiera contener las lágrimas de inconmensurable agradecimiento. Pero no llegué hasta el carro. No. Me atacó directo al pecho el sonido de un saxofón cuando iba subiendo las escaleras.
No sé si alguna vez fuiste al sótano de música; tiene al lado izquierdo las puertas de un sótano, de vidrio que llevan a un pasillo donde están las clases de piso de madera; donde se hace danza contemporánea, capoeira, y el taller de cuentería. Y cuando vas saliendo por esa puerta de vidrio tenés a tu izquierda una terraza donde los saxofonistas tocan, practican, aman eso que tienen entre las manos, y lo besan muy suavemente como a un recién nacido.
Llego al carro después de un largo periodo de letargo, y me encuentro...¡con vos! nada más y nada menos que con vos. Saco mi encendedor para celebrar la ocasión, la llovizna te acompaña golpeteando las ventanas No me estabas esperando adentro, más bien entraste por una ventana cuando encendí el ipod y te llamabas “los libros de la buena memoria “.
Y te escuché en cada palabra. A vos, sí,debe ser que allá ya es hora de dormir y estabas soñando conmigo. Alguien me dijo hace poco que de vez en cuando pensabas en mi, y a veces me gusta fantasear con que es cierto, con que también te percatas cuando te visito al cerrar mis ojos. Te digo que visitarme a través de Spinetta es de las cosas más mágicas que te he visto hacer, ni siquiera yo lo hubiera pensado.
Y mi cuerpo te siente, como esa “i” que fluyó a través de mi desde el suelo pasando por mis rodillas que fui extendiendo hacia los brazos que se levantaron para hacer el puntito encima de la raya; todo ese recorrido de energía; pero ahora en forma de ondas, música.
Y pienso que debe ser que allá es hora de dormir y estabas pensando en mi, en cómo hacerme arte. Pero no sé si es cierto, y te quiero preguntar y quiero más de vos.
Y creo que voy a obedecerte ahora que me acabas de decir que "no hables más muchacha corazón de tiza, cuando todos duerman te robaré un color”.
Otro día te cuento de aquel saxofón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario