
Tarde sin obligaciones, y de repente se me ocurre salir a dar una vueltilla, aprovechar que hace frío tipo diciembre y que, aunque el atardecer no promete y está nublado siento unas ganitas de enfriarme la cabeza con esa brisilla que está entrando por mi ventana.
Manejo sin rumbo buscando algo interesante. Barrio Amón se me ocurre, parquearse en un lugar bonito y sentirse de viaje, en alguna ciudad donde se sienta uno a comerse un helado en el parque, libre de paranoia. Sin rejas intimidantes que hacen sentir como si también uno necesitara una coraza para salir a caminar y que no "se lo roben".
Manejo sin rumbo buscando algo interesante. Barrio Amón se me ocurre, parquearse en un lugar bonito y sentirse de viaje, en alguna ciudad donde se sienta uno a comerse un helado en el parque, libre de paranoia. Sin rejas intimidantes que hacen sentir como si también uno necesitara una coraza para salir a caminar y que no "se lo roben".
Talvez habla sin conocimiento de causa un peatón que hasta el día de hoy no le ha iluminado la curiosidad a ninguno de esos "amigos de lo ajeno" y el único patrimonio que ha perdido ha sido a consecuencia de su torpeza. Pero amenazada? No me siento, talvez desde que empecé a pasar el canal cuando llego al noticiero del 7 he empezado a recobrar la paz mental; pero eso es harina de otro costal.
Aprovecho que estamos en horario de 5 a 7 para hacerme acompañar de Bernal Monestel, lo busco y ahí sigue donde lo dejé la tarde pasada, en la estación 1.
Aprovecho que estamos en horario de 5 a 7 para hacerme acompañar de Bernal Monestel, lo busco y ahí sigue donde lo dejé la tarde pasada, en la estación 1.
"Les recordamos que estamos regalando 10 entradas para el tributo a James Brown hoy en Jazz Café San Pedro" Hmmm ¿por qué no?.
Llego entonces en la noche, decidida a que me voy a dar mi chineo de la semana, disfrutar de la música, unos gritillos de soul, un traguito talvez hasta en vaso fino o con colores de esos que se toma la gente fancy, bueno, ser una de esas buenas invitadas; agradecer el regalito que la buena radio me dio; ir a darle un visitin a James Brown. Y si hubiera sido en una casa hasta unas flores hubiera llevado para agradecer el gesto.
Nadie habla, el ruido es ensordecedor desde la mesa que escogí. Se quedó Mr. Musculo de la mesa contigua sin poder seducir a punta de susurros a la Nena de pierna cruzada y tacones que lo acompaña; talvez no amanecerán en el piso de su apartamento por culpa de este error acústico que inhibe la conversación.
Llego entonces en la noche, decidida a que me voy a dar mi chineo de la semana, disfrutar de la música, unos gritillos de soul, un traguito talvez hasta en vaso fino o con colores de esos que se toma la gente fancy, bueno, ser una de esas buenas invitadas; agradecer el regalito que la buena radio me dio; ir a darle un visitin a James Brown. Y si hubiera sido en una casa hasta unas flores hubiera llevado para agradecer el gesto.
Nadie habla, el ruido es ensordecedor desde la mesa que escogí. Se quedó Mr. Musculo de la mesa contigua sin poder seducir a punta de susurros a la Nena de pierna cruzada y tacones que lo acompaña; talvez no amanecerán en el piso de su apartamento por culpa de este error acústico que inhibe la conversación.
Siento los pelitos de mis orejas quemándose, como si a cada minuto perdiera días de audición ¿cuántos exactamente? Me enteraré a los 70 cuando me levante una mañana sin oir a los pajaritos y me acuerde de julio de 2009 maldiciendo el día q no me llevé tapones para los oídos. “Les sangran las orejas en Jazz Café: Demanda millonaria” por un momento pude preveer qué tendría La Teja que poner a la par de la “chica nalgotas” de mañana.
Recorro el lugar entonces buscando un lugar donde no tenga que comprometer la vida útil de mi audición. ¡Listo! una mesita por la entrada. No siento sangre en los oídos y enciendo mi propia candelita, para crearme un nicho y ver si aquí la cosa de hecho empieza a sonar como a Soul.
Get up offa that thing, Ok ok no está mal, cerrando los ojos al menos. Los abro para ver boinas, una que otra canilla, y alguillo de los resabios que la cultura birrera tica marcó en el físico de nosotros sus seguidores. Muy diferente al saborcito musical en technicolor de un negrito simpaticón que cierra los ojos para pegarse los gritillos. Pero nada particulamente mal, ya habiéndome resignado a que se trata de un tributo y no un concierto.
Levantando la mano me llega el menú. A ver. Comida? Bajo los tradicionales nachos y uno que otro platillo más mediterraneo (¡para no perder la elegancia!) encuentro la sección de “Costa Rica Specialties” con la traducción al inglés de los ingredientes de un chifrijo. Hoy no será ese día, pienso.
Pasamos a cocteles, a lo que vinimos. De 1era entrada: 2800 colones. 3000 si decido redondeárselo en pro del mesero. Hmmm… a ver, voy a ser buena invitada y darme el “lujillo”. Saltamontes…Bloody Mary…Mucho Malibú…ORGASMO. ¡Listo, eso quiero! Un orgasmo de 2800 colones debe ser bueno… Con una ceresita maraschino al fondo de un vaso de gemidos. ¡Ay ya me emocioné! No falta la sonrisita del mesero cuando se lo pido, “¡y que me lo hagan rico!” le digo cuando ya se va con mi menú, con una sonrisilla mia también.
Me percato de la simpleza estructural del lugar, por 1era vez, la lejanía que tiene ahora con la original casita de madera repleta de recovecos y detalles; con hortensias, pasillos y patios de luz que la Ñora de la casa enceraba todos los días, esos que arrancaron para poner cemento. ¡Como si no viviera yo también en una casa de cemento escasa de madera y hortensias! Estás pidiendo mucho, muchacha. ¿Y realmente querés encerar pisos? Caigo de mi nube.
Viene mi acompañante…Al principio pienso que se equivocó el mesero porque me trajo al Sr. Orgasmo con…FRUTAS. En un vaso de piña colada, ¿y la cereza? No hay rastros de ella. Lo pruebo…y bueno, un orgasmo no se rechaza; y éste viene con comida incluida. Calmo mi decepción a la estética de mi vasito comiéndome la fresa y la piña que me dieron; bueno es un enfoque más práctico, me vieron cara de hambre seguro.
-“Señorita, disculpe” El mesero de nuevo. Temo por un momento que me venga a preguntar si me gustó el orgasmo y tenga que responderle alguna babosada cuidando no alimentar su libido.
-“Es que hay un muchacho que no tengo adonde sentarlo, ¿A usted le molestaría si lo siento aquí para que ordene?”
…
Pausa de 6 segundos.
…
…
-“¿AQUÍ?”
O sea, me pregunta este hombre que si quiero que me siente a un completo desconocido en mi mesa. Alguien que podría fluctuar entre los 17 y 50 años, una gran gama de concepciones de la higiene personal, a Mr. Musculo que se aburrió de la Nena, o peor aún! Un conversón!
-“Sí sí, ¿está esperando a alguien usted?”
…
…
Jajajaja ¡como una solterona! Que se debió haber quedado en la casa con los gatos. ¡Impensable que hubiera venido a oir la música! Genuinamente divertida por el personaje se me sale una sonrisa
- ”Ay muchacho, ¿cómo me va a sentar usted en la mesa a alguien que no conozco?”
El mesero se rie simpateticamente, y hace su acto de salida, lleno de disculpas y sin querer renunciar a su propina, jocosa la situación.
Ya sola me río para mis adentros. Sorbo mi trago. Después de unos segundos de fija concentración en las hojitas que quedaron de la fresa y la piña llamo al mesero. ÉL viene.
-“Muchacho, ¿estaba guapo al menos?”
Jajaja ¡Pero ya lo envío a otra mesa! Alguien más sí aceptó al príncipe azul de bar, que iba a venir a hablarme de sus viajes con un encantador acento extranjero, y hasta una sonrisilla me hubiera sacado. Ahora nunca sabré si la historia terminaba con un “Y así, niños, fue como conocí a su abuelo” en un corredor espacioso lleno de chiquillos dentro de 60 años (sorda, eso sí!). Todo por miedo al panzón amante del queso gouda con las uñas largas y mal aliento que me iban a mandar a invadir mi nicho para que pudiera tomarse las birras y comerse los frijoles molidos.
No me da ni chance de curarme la cabanga de mi príncipe azul de bar, cuando se me sienta a la par (sí…peor que oler a queso y comer con las manos, sentarse sin preguntar) otra figurita: Tennis blancas, camiseta lisa, pantalones cargo de camuflaje, 20 cm más alto y rubio (porque “macho” es mucho decir) que el promedio. Así es. Un gringo.
-“¿What are you writing there, a love letter?” Asumiento que hablo ingles.
(…Claro, para vos es la carta! He estado buscando toda mi vida a alguien que me quite el taparrabo y me revuelque en el bosque como los monos! Mi salvador ha llegado!).
-“Not really, just stuff.” Ok, ok…algo había que decirle!
Se asombra cuando le digo que SÍ sé que Filadelfia queda en Estados Unidos, y que no le estoy escribiendo una carta de amor a nadie, y que sólo escribo para que no se me olviden las cosas curiosas que estaba pensando. Por ejemplo, ¿cuántas cosas cree usted que haya en este lugar?
-“What do you mean? Like objects?”
Sí, sí, contando “cosa” como algo que no está unido a otra, digamos la pared cuenta como una cosa, pero cada servilleta también por estar separada de las demás.
-“Oh you would be here counting for days!”
Talvez. Viene Mark, igual de alto y macho, a ver cómo va el proceso de hablarle a una tica desconocida en un bar, a ver si ya le hice una propuesta de “mejorar la especie” a su camarada. ¡Con sonrisa picarona y todo!
Pero su presencia fue efímera, se vieron llamados por la línea de conga a través del bar que hicieron las machitas 5 minutos después. Así es, trompetista y todo se unió, ya cuando se quitaron la máscara de Soul singers con la que me habían engatuzado a venir.
Tres “están listoooos” (traducidos al inglés para las nenas en flip flops que bailaban en el centro del lugar) anunciaban la introducción de un bajo, finalmente reggaetón beats, la audiencia se vuelve loca, bailan las minifaldas, se corre el maquillaje, le cantamos todos HAPPY BIRTHDAY a “Kirsten que cumple 21 años hoy”
…SE ACABÓ. ESA PLATICA SE PERDIÓ. Por dicha no la pagué yo!.